Llegar a Río Mayo no es fácil. En especial para un porteño como yo. El pequeño pueblo de aproximadamente 4 mil habitantes se encuentra a unos doscientos ochenta kilómetros al oeste de Comodoro Rivadavía, que es la ciudad grande más cercana.  Allí me dejó un avión de Aerolíneas luego de 2.30 horas de viaje. Al poco rato de llegar apareció Martín en su camioneta para llevarme al pueblo. Martín, un gran amigo, a quien conocí en mi primer viaje a la Antártida, es más conocido como el Teniente Coronel (TC) Sakamoto y es el Comandante del Batallón de Ingenieros Mecanizado N° 9 (B. Ing. Mec. N° 9), la principal institución estatal del pueblo. Este batallón fue fundado en 1993 y es el resultado de una fusión entre la Compañía de Ingenieros N°9 y la Compañía de Ingenieros Mecanizada N°11. Esta unidad cumple con su misión como elemento de apoyo de combate de la Brigada Mecanizada IX, que posee su asiento en la ciudad de Comodoro Rivadavia.

Después de un poco más de 3 horas de viaje y un termo y medio de mate de por medio, llegamos.

Apenas se entra al pueblo, a un lado se ve el Barrio Militar, conformado por 87 casitas de color amarillo bastante lindas y cuidadas, el barrio además tiene una canchita de fútbol, un quincho comunal, y una plaza principal con un mástil con la bandera flameando como única insignia. 




Al otro lado de la entrada del pueblo, enfrente del barrio militar, se encuentra el cuartel propiamente dicho. El espacio dónde se asienta el batallón. Este originalmente fue el hogar del Regimiento de Infantería N° 37 y del Escuadrón de Exploración de Caballería N°9. En la unidad se pueden ver varios hangares (parques) enormes, los cuales están terminando de ser reparados (el viento en este lugar es fuertísimo y un año atrás voló las chapas de algunos de ellos), las oficinas del comandante, una usina que le da electricidad a todo el pueblo e instalaciones varias. El terreno perteneciente a la unidad es muy amplio, incluso posee un aeródromo que está en lo alto de un cerro en el fondo de este. 

Algo que me llamó la atención es que apenas uno llega en auto, se puede ver un enorme dibujo de nuestras Islas Malvinas pintado enorme en el techo de chapa de uno de los hangares. Ayer estuve visitando una estancia perteneciente a los primeros pobladores de Río Mayo distante a casi 10 km del cuartel y el dibujo de las islas aún era visible en la distancia.

Río Mayo se fundó en 1935, y debe su nombre al río homónimo que lo atraviesa. Contrariamente a lo que se podría pensar, o al menos a lo que yo creía, el río no se denominó Mayo por alguna cuestión relacionada con la independencia sino con que su primer explorador, un militar argentino perteneciente a los “Rifleros del Chubut”, se llamaba Gregorio Mayo, su orden era encontrar el río que los tehuelches denominaban “Aayones” (tierra de pantanos) y explorarlo. El militar cumplió con esta tarea a la perfección y en su honor el río pasó a llevar su apellido. 

Tres hechos históricos son destacables de Río Mayo. El primero es que este pueblo votó a la primera intendenta mujer del país. En 1958, Irene Irigaray de Clarke, fue elegida intendenta para el período 1958-1962, teniendo en esos cuatro años una labor destacada. En segundo lugar, el pueblo fue elegido en 1985 como la Capital Nacional de la Esquila, y desde entonces, la fiesta de la Esquila se celebra en enero y reúne a miles de visitantes de toda la región. De hecho en la rotonda de la entrada del pueblo hay una escultura hecha con hierros simulando un esquilador trabajando en una oveja (aunque algunos en el pueblo apodan a la escultura “el terminator”), ya que la cría de ganado ovino extensiva es la principal fuente de ingresos de la región. 
El tercer hecho para destacar es que en este pueblo se comenzó por primera vez a criar guanacos en forma controlada para comerciar productos hechos con su lana (no su carne). Aprendí a que a los guanacos bebés les llaman chulengos, me fue imposible no relacionarlo con el “chulengo” que usamos para hacer asado, y claro, el instrumento se toma su nombre de las crías de guanacos que tienen una forma y altura similar. 

Otro elemento que no puedo dejar de mencionar que es histórico, actual y probablemente seguirá en el futuro es el viento. Durante mi segundo día aquí quise salir a caminar, pero un viento de alrededor de 100 kilómetros por hora me resignó a quedarme en casa a cubierto. El viento acá tiene ráfagas fortísimas que hasta los techos, los autos y todo lo que no esté bien afirmado puede salir volando. Es casi como el viento antártico. Los pobladores ya están acostumbrados al mismo y para ellos es parte del paisaje, pero no por eso deja de tener un efecto muy palpable en la vida diaria del pueblo cada vez que aparece. 

Volviendo al batallón, les cuento que el mismo nuclea alrededor de 800 personas contando a las familias de sus integrantes. Esto equivale a 1/5 de los habitantes del pueblo, huelga decir que su influencia es notoria en todo Río Mayo. Los militares aquí son conocidos por todos, en general muy apreciados y la interacción que existe es mucho más diversa, común y positiva que en cualquier gran urbe de nuestro país.

La historia de este Batallón es muy rica, porque aunque su nombre actual data de 1993 (como se mencionó al comienzo del artículo) la Compañía de Ingenieros N°9, el embrión de esta unidad, fue fundada en 1979 y participó, con la totalidad de sus medios, en la Guerra de Malvinas, izando su bandera el 5 de abril en Bahía Fox (Isla Gran Malvina) y manteniéndose allí hasta el final de la guerra. Es obligación si uno va a Río Mayo, pasar por la Sala Histórica del Batallón. Está muy bien organizada, tiene muchos elementos de gran valor histórico, pero por sobre todas las cosas tiene al Sargento Peña, que va mucho más allá de acompañar a los visitantes en su recorrido, sino que relata las historias que la Sala encierra con una pasión y un detalle dignos del mejor historiador. Ir a Río Mayo y no escuchar la historia de la unidad militar en Malvinas es imperdonable.

Desde su creación, y con el correr de los años, la unidad ha realizado múltiples tareas en apoyo a la comunidad, como, por ejemplo, las tareas de ensanchamiento del Río Mayo y la construcción de defensas para el mismo durante los años 1998 y 1999. Estas obras resultaron cruciales para evitar la inundación de la localidad durante las crecidas del río en el año 2000. Asimismo, ha brindado su apoyo en la lucha contra los distintos incendios forestales que han asolado la región durante los últimos años. También ha prestado apoyo a la población local, durante las erupciones de los volcanes Chaitén y Puyehue, potabilizando agua y acercándola a los damnificados.

Más recientemente, en medio de los temporales de nieve que afectaron a la región en el transcurso del año pasado, participó en múltiples ocasiones con su personal y medios en el rescate de personas aisladas, el despeje de nieve en caminos necesarios para evacuaciones de emergencia y para facilitar el rescate de vehículos particulares y de transporte público hacia centros poblados. En este caso puntual el TC Sakamoto sacó al terreno a los vehículos de combate de la unidad, los M113, estos son vehículos de combate blindados preparados para maniobrar en cualquier tipo de terreno y por eso fueron claves para poder rescatar a los pobladores que habían quedado aislados a causa de las fuertes nevadas. 

El batallón por otro lado, desde su creación, llevó a cabo una reforestación de gran envergadura en la guarnición, donde el personal sigue trabajando de manera constante para garantizar el crecimiento y desarrollo de las especies plantadas. Entre estas, se destacan más de diez mil plantines de sauces y álamos, junto con aproximadamente mil seiscientos ejemplares de pino “Radiata”, ubicados en el perímetro de la unidad y el Barrio Militar. El riego, que representa un desafío significativo, se realiza principalmente mediante un sistema de goteo, aunque también se utiliza la inundación de surcos en las zonas donde el terreno lo permite. Esta iniciativa no solo contribuye a mejorar la calidad de vida del personal y sus familias, sino que también ayuda a incrementar la vegetación en una región caracterizada por su aridez.

La unidad tiene también una política de participar en todas las actividades del pueblo. El año pasado realizaron jornadas de puertas abiertas, fechas en las cuales los habitantes del pueblo pudieron entrar al batallón, contemplar sus vehículos y material, las instalaciones y las actividades que realizan. También se ha puesto un stand durante las celebraciones (en enero) por la Fiesta Nacional de la Esquila, y periódicamente se realizan charlas abiertas a la comunidad sobre distintos temas relacionados con la soberanía. Tuve el agrado de participar en una de ellas en relación al cumplimiento de los 121 años de presencia argentina ininterrumpida en la Antártida. 

Luego del retorno de la democracia en 1983, una parte de la sociedad y gran mayoría del campo intelectual, especialmente el progresista, se plantearon la necesidad de desarmar y reducir al mínimo nuestras fuerzas armadas. En ese momento, resultaba entendible y lógica la fractura entre la institución militar y la sociedad argentina.

Sin embargo, ¿es esta política correcta? ¿Puede un Estado sobrevivir en la actualidad sin poder de disuasión? Esto es, sin unas fuerzas armadas modernas, bien equipadas y entrenadas. La respuesta es un rotundo no.

Podría disertar respuestas complejas y citar a diversos autores que justificarían mi conclusión. Sin embargo, mi respuesta la justifico en lo que ví y aprendí en los días que pasé en Río Mayo.

El B. Ing. Mec. N° 9 es parte integral y vital de la comunidad. No sólo está para cuidar nuestras fronteras ante cualquier peligro externo, sino que su capacidad organizacional, logística, su estructura y sus medios materiales le permiten ser un auxilio seguro a la población que lo rodea haciendo frente a cualquier tipo de emergencia. Tengo bien presente que estas acciones no son parte de las funciones ni de los objetivos de las FF. AA. Pero es imposible no mencionar el beneficio que reditúan a la comunidad.

En un mundo en el cual los recursos naturales se vuelven cada vez más escasos, se hace imperativo defender a capa y espada los bienes que se encuentran dentro de nuestros límites territoriales.

En estos últimos años, hemos advertido que la disputa entre las grandes potencias por el acceso a recursos naturales de los países periféricos continúa más vigente que nunca y el conflicto en Europa del Este ha despertado un nuevo interés por los alimentos y las fuentes de energía.   

Por eso es de suma urgencia que unidades como el B. Ing. Mec. N° 9  tengan presupuesto, medios y materiales para entrenarse y cumplir con su deber.



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